sábado, 19 de mayo de 2012

ANÀLISIS DEL OBJETO


ANÀLISIS DEL OBJETO
Esta imagen me remite directamente a mi niñez, la época en la que todo era más fácil, en la que única preocupación era obtener la muñeca de moda, en la que los “berrinches” eran la única salvación. Soy única hija entonces era muy fácil convencer a mis Papas de algo, ya que yo era su consentida, la niña de Papá, es por esto que hoy en día llego a veces a ser mal criada, porque todo me lo dieron y es difícil crecer y empezar a recibir y a escuchar lo que en mi niñez pocas veces o nunca escuche. la palabra NO. Es difícil crecer y más en una sociedad que está cada vez más deteriorada, por eso este objeto me recuerda todo lo bueno que viví, los juegos con los amigos, la inocencia y el cuento de que el niño Dios venia cada diciembre y si me portaba bien venía a traerme todos los regalos que pedía, la gaseosa que se ponía en la mesita porque el niño Dios llegaba muy cansado y con mucha sed, cuando mi Papá era el que se la tomaba, solo para seguir ofreciéndome esa ilusión.
Por supuesto los dulces fueron y siguen siendo parte fundamente de mi vida, ya que, no solo la alegran, si no que estimulan las neuronas y eso sí que es importante, aunque debe admitir que estos provocaron más de un dolor de cabeza a mi Mamá, ya que cuando comía muchos me volvía insoportable y ella solo quería descansar, pero yo no le daba tregua alguna.
Todas las ilusiones, los dulces, los juegos con los amigos, los sueños que tuve algún día de ser veterinaria para cuidar a  los animales del mundo, todo eso quedo en el pasado en la niña que alguna vez fui, sin embargo a veces sale de nuevo de mi cuerpo como si nunca se hubiera ido, solo que ahora hay ponerse la máscara de madurez que exige la sociedad, la edad debe representar según la cultura en la que vivimos y en sociedad que cada vez exige más, sin retribuirnos mucho, que tenemos que comportarnos de acuerdo a los parámetros “ridículos” que alguien se inventó.
Eso es lo triste de crecer, nos convierten o nos  tenemos que alinear a lo que los demás digan, ya con la adultez llega las responsabilidades, los compromisos, los trabajos que nunca quisimos y mucho menos soñamos, las desilusiones, los desengaños, conocemos al real Niño Dios, la monotonía que nos absorbe como si fuera una esponja, es decir crecer deprime pero ahí que aceptarlo, y ver lo bueno de todo lo malo que representa.
Sé que estoy siendo un poco dramática, pero al ver este objeto y recordar lo bueno que fue mi niñez, siento algo de depresión, no quiero decir con esto que mi vida es mala, para nada, pero la niñez es mágica, es estimulante, es vivir en un constante sueño. Ahora lo único que puedo hacer es ponerme la máscara y disfrutar lo bueno y lo malo que esto representa. Sacarle todo el provecho y hacer de esto una experiencia.


NATALIA ECHEVERRI VILLA

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