viernes, 2 de marzo de 2012

Hoja Debida


Eran las cuatro de la mañana, no madrugó, sino que estaba ya trasnochada de tanto amagar. No quería salir y por eso tocó tomar medidas extremas, un corte rápido y sacan llorando a una criatura inmensa que promete ser aun más grande. Mentira. Se estancó y no creció más del metro sesenta.

Se pregunta porqué nació. Su mamá le dice que la tuvo con mucho amor, pero le cuesta admitir que fue un accidente; su papá no opina porque no está. La menor de la casa, callada, retraída, medio boba. Logró soltar la lengua por allá en la adolescencia, y eso que no la soltó del todo. Decía que quería ser escritora, pintora, arquitecta o chef; se lo decía a ella misma porque no tenía con quien hablar. No se hizo notar en el colegio, se graduó sin pena ni gloria.

Entre sus habilidades se destaca completar crucigramas y sudokus (con lapicero), leer palabras al revés, acertar en las charadas, ver programas en inglés sin leer los subtítulos y apostar siempre en el póker aunque no tenga nada. Sí, habilidades que a nadie le importan ni la van a llevar lejos. Intentó desarrollar otras habilidades: música, teatro, pintura, gimnasia, patinaje… pero todo lo dejó a medias. Se le metió en la cabeza lo de arquitectura, porque en lo de escribir, pintar y cocinar se frustró apenas empezando. Arquitectura tampoco funcionó, dijo que no encajó, y por cosas de la vida resultó estudiando comunicación. Comunicación y Lenguajes Audiovisuales, porque lo que le gusta es el cine y su realización. Espera ser parte del desarrollo cinematográfico de Colombia, aunque se muere por ir a conocer y estudiar en otros países con la posibilidad de enamorarse de alguno de ellos.

Le encantan los animales, en especial los gatos. Ha tenido muchos, y cuando sus amigos le auguran que va a ser “la loca de los gatos” se ríe y lo considera. Le gusta la música ochentena, y bailarla sola a su manera; las películas de horror y Serie B, las que le hacen olvidar su vida y las que se la recuerdan, y le gusta leer, pero no cuando está triste.

La mayoría de las personas le fastidian. Le fastidian las personas que hacen alarde de sus conocimientos y las que no tienen conocimiento alguno; las que se exceden en maquillaje y las que abusan del color rosado y los brillantes; las que hablan mucho y no dicen nada, y las que dicen constantemente “gordo/a”; las que “engallan” el carro con miles de parlantes, las que hacen “piques” con la moto en los semáforos, las que caminan por la izquierda en las escaleras del metro y las que conducen por la izquierda a menos de 40 kph en la ciudad… Muchas personas, en total, aunque no todas. Trata de ser tolerante, aunque no lo quiera, para no volverse loca. Tiene muchos conocidos, solo algunos son cercanos, y muy pocos muy cercanos. Cree que ninguno amigo porque el tiempo, la distancia y el amor los puso a prueba, y fallaron.

No odia la mentira ni la hipocresía, su ídolo no es Gandhi ni su mamá (hasta ahora no tiene ídolos), su mayor sueño no es la paz del mundo, y su mayor temor no es la muerte o la soledad. De hecho la soledad no le molesta en lo absoluto, dice que de cierta manera está acostumbrada a sentirse sola, y que disfruta estar a solas, pero no siempre.

Nunca esperó a su príncipe azul (las ventajas de que papá no estuvo para leerle un cuento de princesas antes de dormir), cree que idealizar a alguien es una entrada directa al fracaso amoroso, y por eso no lo hace. Sus “fracasos amorosos”, se dieron por circunstancias que ella desconoce (o eso dice) y que mejor no le da importancia. Y aunque tiene conflictos con el término “amor” y las etiquetas, para ella es más importante saber que ahora está con una persona con quien comparte lo simple, lo tonto, lo pequeño y lo más grande, que le brinda apoyo y trata de entenderla, y que es capaz de alegrarle cada día. Más allá de darle definiciones, lo que le importa es que está feliz y que entre sus planes está seguir construyendo su vida junto a esa persona que supo conquistarla.

No tiene sueños o metas definidos, solo sabe qué es lo que le gusta y trata de planear a corto plazo. Tiene presente que “Felices los que nada esperan, pues nunca serán defraudados” y es porque, dice ella, es mejor vivir con expectativas bajitas por si algo no resulta y no sentirse derrotado, o por el contrario todo sale bien la recompensa se disfruta más.

Tatiana Ocampo Silva

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