miércoles, 21 de marzo de 2012

Selenita


Después de tanto planear… nos decidimos.
Fue una experiencia totalmente NUEVA.
Me sinceré con mis padres y con mi novio y aunque se sorprendieron ya era un hecho.
Por: Catalina Rojas Barrera

Ubicado al costado derecho de la avenida 33 (bajando desde la iglesia Santa Gema) a pocos locales de la bomba de Texaco ubicada en la 33 con la 65 se encuentra este sitio cuya su fachada es roja y tiene figuras que reflejan fiesta y baile. La luna se asoma. Al entrar está el parqueadero con tradicional piso de piedras, al  fondo hay dos habitaciones pequeñas similares a las casitas de los pueblos antioqueños. A la derecha se encuentra la entrada a lo que dice ser una “discoteca”; la puerta es de vidrio y es custodiada por el cancerbero (sí, más que una discoteca era algo similar a lo que nos pintan del inframundo o de Sodoma y Gomorra), al entrar inmediatamente está el bar y el Dj, es un salón grande con 10 mesas.
Marilyn es la primera de la noche, es la más bella, la del cuerpo más (postizo) escultural, está en el centro del salón moviéndose sensualmente en la pista, de poste a poste, no mira a la cara a nadie sólo la levanta para observar las imágenes explicitas de uno de los dos televisores que hay en el lugar.
Las luces verdes, rojas, amarillas y azules son las que, por ahora, la tocan y junto con varios ojos que la desnudan en su totalidad y al ritmo de una balada termina su show, se coloca su pequeña tanga negra  y camina por cada una de las mesas: comienza por la VIP, luego a una ocupada por 6 deseosos hombres; detrás de ellos hay dos mesas ubicadas al fondo del salón y están decoradas de forma diferente, en vez de sillas, hay muebles; en las paredes está Marilyn, la de Hollywood; también está pintada la bandera de EEUU. Marilyn, la Selenita, la pelinegra, la alta, la de medidas perfectas, la de delicada piel, la semidesnuda,   la del show se acerca a ellas y dice “me desean colaborar” pero su rostro se desdibujo y se tornó color rojo, tenía rabia, porque de las 9 personas que estaban allí (y que rogaban por que este penoso momento se acabara) no le dieron absolutamente nada.
Al recorrer el resto de las mesas Marilyn adivinó con certeza quién sería su primer cliente, él estaba en la mesa debajo del televisor que le sirvió a ella como distractor mientras danzaba, continuó su camino y lo observaba detenidamente mientras se sentaba con una amiga enfrente de las mesas de decoración única, prendió un cigarrillo, se sirvió Old Par  y momentos después aspiró aquello que le permitiría soportar la pesada noche.
Con 22 años a esta Selenita le gana la ambición, se le nota su recorrido y experiencia. Un hombre bastante familiar de unos 35 años y tatuado por doquier entra en la escena y le hace varias preguntas:
-       Tatuado: ¿Cuánto cobrás?
-       Marilyn: media hora $130.000 y una hora $160.000, con derecho a una relación y sexo oral y si quiere una hora y media serian $190.000 y así…
-       Tatuado: amm y usted ¿con cuántos está una noche?
-       Marilyn: cuando me va bien son por ahí cuatro.
-       Tatuado: y el show que le acabaste de hacer al man que está en la mesa bajo el televisor ¿qué?
El que ella presentía que iba a ser su cliente finalmente se arriesgó y con $70 mil pesos le propuso un estriptís personal delante del resto de personas que estaban presentes, la Selenita accedió y con seguridad le dejó la sensación de haber “invertido bien la platica” tanto así que ese joven y acuerpado hombre (afortunadamente para Marilyn) no se aguantó y la invitó a las habitaciones antioqueñas que estaban a la entrada del lugar; sin pensarlo dos veces ella acentuó con la cabeza y se levantaron juntos. Una hora después, cuando el ambiente se calentaba en la pista, regresó el apuesto hombre y por aparte la apetecida Selenita que no tomó ni un descanso para continuar con sus labores.
Se unió de inmediato a otras dos habitantes de la Luna quienes estaban dando una perfecta explicación a los asistentes sobre los procesos de apareamiento entre seres vivos de un mismo sexo. Comenzaron a besarse entre las tres pero una de  ellas se retiró, Marilyn ganaba de nuevo, esta vez su premio fue la hembra voluptuosa de color oscuro que sin tapujo alguno propuso que ambas se saborean cada una de sus partes intimas, se palmotean las nalgas y se juntan bruscamente; a pesar de estar rodeadas por muchos espectadores que no perdían detalle alguno, ellas parecían haber viajado a un lugar íntimo y solitario.
Impactados por esta demostración los hombres abandonaron sus asientos y armaron corrillos a lado y lado para mirar de cerca y con detenimiento lo que para muchos continua siendo una de sus mayores fantasías sexuales.
Se acaba el encuentro y acto seguido sale el sol para mi, no sé con certeza a qué horas saldría para ellas y ellos pero está claro que para la Selenita mayor: Marilyn vendrán muchas más noches, mucho más dinero, mucho más sexo.

Por:
Catalina Rojas Barrera

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