UN BAR AHÍ
La fachada es glamurosa, creativa, luminosa; afuera nos recibe un tapete azul que genera incertidumbre para conocer su interior.
Después de pasar por una cortina blanca de una telita ahí, veo a la izquierda mesas y sillas con un estilo medio kitsch, con luces debajo, para simular independencia entre espacios.
A la derecha la barra, una barra alta de mármol blanco que es propia para los solteros que van de “cacería”; era azul y blanca para combinar con las mesas del frente; detrás del barman (el consejero de solteros) una gran exhibición de licores nacionales e internacionales de toda clase, ubicados del menos al más perjudicial, para tener de donde escoger si es que se van a ahogar las penas en este sitio.
Yo sentada en una de las mesas de la izquierda, veo como hombres y mujeres hacen las cosas más extrañas para llamar la atención del sexo opuesto o “pienso yo” de cualquier sexo; se ven cosas como objetos que caían; tragos de mesa en mesa que mandaban los hombres a las distinguidas damas del frente; mujeres que se sientan en las mesas para no parecer “muy” solteras, como si el lugar donde se sientan les cambiara la situación sentimental.
En fin pase unas dos horas viendo los rituales que hacen hoy en día los “desesperados” solteros y solo un hombre de todos los que había en la barra logro pasar a “segunda base” es decir, pasar de la barra a las mesas, así termino la noche con este gran logro .
Sara Zuluaga molina
No hay historia, y es liviano del devenir en el lugar, lo vuelves aburrido y poco agradable para ir...Pilas con la redacción no tiene ritmo ni muestras gusto al hacerla
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