MI HOJA DEBIDA
Mi nombre es Carolina y mis
apellidos Navarro Montoya, pero no crean que soy familiar del famoso arquero
colombiano que, a diferencia de mí, no se siente orgulloso de serlo.
Vivo en Medellín desde el 13
de noviembre de 1988, año en el que el mundo tiene la fortuna de tenerme a mí
como habitante.
Mi sangre es AB+, pero
quienes me conocen y conocen mi familia, dicen que tengo más sangre Montoya que
mi hermana, pero igual sigo siendo una receptora universal, aunque mi discuta
que soy genio y figura hasta la sepultura de mi abuelo, su padre.
El nombre de la guardería en
la que estudié no lo recuerdo, y sospecho que mi problema de pésima memoria
existe desde aquel entonces, porque confieso que nisiquiera recuerdo un solo
día del inicio de mi tortuosa vida académica, y digo tortuosa porque, la
verdad, preferiría haber nacido aprendida: el estudio no es precisamente mi
pasión.
¿Escuché que dijeron
pasión?, la mía es bailar, y me di cuenta de eso en el colegio La Presentación
de Medellín, en donde estudié desde preescolar hasta undécimo grado, y donde,
desde el año 1998, cuando estaba en cuarto grado y hasta el sol de hoy, he sido
porrista.
No fui destacada en química,
física, sociales, geometría, español, biología, ni mucho menos en filosofía,
pero siempre obtuve excelentes en ética, religión, educación física, artística
y por supuesto lúdicas. No puedo negar que estaba metida en cuanto evento y
grupo extracurricular hubiera en el colegio: porrismo, la banda marcial,
solidaridad, personería, actos cívicos, entre otros, porque amé (u aun lo hago)
mi colegio y la etapa de mi vida que pasé en aquel lugar, claro que también
porque algunas veces significaba perder clase.
Me gradué en el año 2005,
pensando aun que sería la veterinaria que siempre soñé, así que me presenté a
la Universidad de Antioquia y no pasé, y decidí recurrir a mi segunda opción:
comunicación.
Un amigo de la familia me
ofreció la posibilidad de entrar a la Universidad de Medellín, aunque el tiempo
límite para pagar la matrícula ya hubiera pasado, y decidí comenzar
Comunicación y Relaciones Corporativas en esta universidad.
Cuando se abrieron, el año
siguiente, las inscripciones para el examen de admisión de la Universidad de
Antioquia, yo estaba terminando en segundo semestre, sin embargo, lo presenté
“porque uno nunca sabe”, y pasé.
En el 2007 comencé el primer
semestre de veterinaria y continué con algunas materias del tercero de
comunicación, pero, a pesar de haber sido un semestre académicamente bueno en
ambas universidades, decidí cambiarme para la UdeA y allí continué segundo,
tercero y la mitad del cuarto semestre, porque en el 2010 me devolví para
continuar y definitivamente terminar Comunicación en la UdeM.
Actualmente estoy en el
sexto semestre y, a pesar de estar contenta, sigo pensando en terminar algún día
veterinaria.
Estudié música en la EPA, en
donde aprendí a cantar entonadamente y a tocar el tiple y la bandola, el
primero con mayor destreza que el segundo; ingles en el INFI y OBM, y a pesar
de eso no sé cómo hacer para pasar el puntaje exigido por la universidad para
poderme graduar; baile en algunos cursos de garaje pero muy productivos para mi
pasión; hice cursos de natación en la Piscina Escuela y de esa época todavía
continuo con mi gusto por el agua.
Vivo en la calle 32 C # 81 A
90, en el bloque 47 apartamento 302 desde que tengo uso de razón y el teléfono
es 2502817 por si alguien que lea mi hoja debida le interese llamarme.
Soy experta en porrismo,
hablar de lo que sé, escribir cuando no me da pereza, comer las cosas que me
gustan, dormir más de la mitad del día cuando me dejan, soñar con imposibles,
amar con mucha pasión, pasear a cualquier destino del mundo sin ser exigente
con las comodidades, trabajar cuando es necesario, perdonar fácilmente,
enojarme solo por justas razones, olvidar todo rápidamente, preguntar por cosas
y personas que no me importan, trasnochar rumbiando, madrugar para pasear,
montar a caballo, nadar, enseñar lo que sé, reprender a los que tiran basura al
suelo, acariciar perros, abrazar personas y animales, golpear en la barriga con
cariño pero fuerte, ver películas con o sin compañía, poner tildes en las
palabras terminadas en ción o sión, escribir con mayúscula al principio de los
párrafos y en nombres propios, amarrar cordones propios y ajenos, lavarme los
dientes con la mano derecha, entender el desorden de mi pieza, calcar mapas y
colorearlos, resolver sopas de letras y sudokus de nivel fácil, leer en
público, llorar por casi todo, jugar buscaminas y UNO, tomar agua, arrullar
bebés, pintar corazones, hacer viscos con un solo ojo, evadir la lavada de
platos, pintar uñas de transparente, coser botones caídos, embetunar zapatos,
caminar bajo la lluvia sin sombrilla, soportar el sol en el mar, recoger
caracoles de la playa, pero sobre todo soy la más experta en sonreír.
Si no cree en alguna de mis
habilidades o que no soy experta en algunas de las cosas anteriores, pueden
llamar a Virginia Montoya, mi mamá, al mismo número de mi casa, o a mi tia (mi
mamá les da el teléfono de ella, se llama Margarita), y si después de despejar
cualquier duda sobre mi creen que soy apta para el cargo que ofrecen, pueden
llamarme a mí.
Buen texto, gozòn y con una interesante y compleja mirada, bien escrito.
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