La tarde de viernes, una tarde soleada,
calurosa, ya empezaba a caer la noche y entre el tráfico que supone la ciudad
de Medellín hacia las 6 de la tarde, en medio del suplicio y la inclemencia del
arranque y frene de todos los carros que transitan por la calle 10 del poblado,
se aproxima, a tomar su turno de 6 a 2
de la mañana en uno de los tardeaderos y rumbeaderos más visitados en el parque
lleras, el señor Carlos amparo, montado en su Chevrolet Alto modelo 2003, con
el bomper trasero suelto de un lado, la placa totalmente despintada y la
pintura de la puerta destruida, pues 20 minutos atrás, un blackberry hizo que
la conductora de un Renault twingo no frenara a tiempo e impactara en la única
herencia que le había dejado su padre.
En medio de la impotencia, la rabia, la factura
pendiente del taller, el calor, el sueño, el hambre y la incertidumbre del
futuro titubeante que supone un viernes en la noche, en medio de tantos
personajes, mujeres, hombres, música, comida, cocteles y unos cuantos shots; Carlos
amparo toma aliento, se pone su delantal estampado con un logo que irónicamente
evoca paz, santidad y hasta un aire de tranquilidad; Tranquilidad que
repentinamente se ve interrumpida por la
siguiente frase a 100 de volumen: “Escápate conmigo donde nadie nos vea, no
importa que tu novio sea un Gonorrea”.
Había empezado, ya no había marcha atrás, era
ahora o nunca; sonreírle a la gente, atenderlos, lidiar con sus caprichos, con sus
quejas, con su preguntadera; soportar las niñas fastidiosas que se creen dueñas
del mundo y a las que provoca darles una lección escupiendo en su vaso antes de
llevarle su “Profecía”, coctel que combina 5 tipos de licor diferentes y con 1
quedan listas para triplicar su intensidad y ser insoportables toda la noche.
Algunas veces piden 2.
Son las 9 en punto, ha superado ya un cuarto
de su jornada, todo está tranquilo, pero es a esta hora que comienza el
trabajo, llegan de todas partes con hambre o con sed, con ganas de empezar a
ingerir alcohol, porque más tarde la fiesta que les espera es tremenda.
El sitio, una especie de terraza con una
superficie de unos 75 metros cuadrados, alberga en su interior 15 mesas de
madera con sus respectivas sillas barnizadas y asientos duros, para que no se
acomoden mucho, solo hasta las 2 de la mañana. Al fondo 3 baños, uno de hombres
y dos de mujeres, unidos por un lavamanos y un espejito en medio de ellos. En
la barra, ubicadas respectivamente bordeando la misma; 5 sillas altas, supongo
que para los despechados (as) que acuden al sitio para ahogar las penas, una
caja registradora y varios empleados más
desempeñando felizmente su labor, con una sonrisa de oreja a oreja.
Ya son las 11:15, Carlos amparo, extasiado por
la música a todo volumen, cansado del ir y venir con pedidos y a punto de una
crisis auditiva por los gritos al oído de aquellos que al embriagarse , por
alguna razón absurda, piensan que los demás no los escuchan y como si fuera
poco el hecho de estar de pie 8 horas, con sueño, cansancio, tristeza y ganas
de escuchar el sonar de la alarma de su medio carro desbloqueándose, para
recibirlo en su acogedor interior y llevarlo a casa; PUM, sin previo aviso, se desata el problema de la noche, lo que le
faltaba para hacer de las 2 horas y 45 minutos restantes, las más largas de
toda su vida.
Una niña, vestida de rosa de pies a cabeza
cual quinceañera, gritando a todo pulmón que tenían que responderle por una
media de licor, un brownie y unas orejas de conejo que había perdido por llegar
tan tarde y perder la reserva que había hecho
15 días antes en el sitio, para celebrar, junto a sus 23 amigas su cumpleaños
número 18, pues no había logrado llegar antes, por ese bruto que está ahí, que
freno en seco y me causó un grave accidente…
Super, revisa la redacción y el uso de ciertas palabras que no cuadran, y dale mas punto seguidos, pero la historia es bastante llamativa
ResponderEliminarok! Gracias.
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