miércoles, 15 de febrero de 2012

Historias en medio de un bar


Arte, fiesta y licor

Sábado en la noche, me ubico en uno de los tantos bares que existen en esta jungla de ladrillos, estoy acompañado de mis dos mejores amigas, la música y una hermosa mujer que, con tan sólo 20 años de edad, piel canela y una sexy mirada que enloquece a cualquier hombre, me dispongo a pasar un rato agradable, en el cual me pueda escapar del estrés que normalmente me acompaña durante el transcurso de la semana. Un tercer gran amigo aparece al poco tiempo de estar conversando en la barra del bar; me refiero a la excelente compañía de un buen coctel que nos ayudará a entrar un poco al calor de la noche y de esta manera no estar por fuera del ambiente del sitio que prometía una buena velada. 

Gente de todo tipo nos rodeaba, parejas de novios enamorados, grupos de amigos que buscan tomarse unos buenos shots en la barra con la intensión de saber cuál de todos hace la peor cara y, por ende, se gana la burla de los demás. Pero eso sí, no todos vienen en grupo u acompañados por otra persona; en una esquina de la barra un hombre cuya única compañía es una botella de tequila y su celular, luce un poco acongojado, se le nota desde lejos que su intención de estar allí no es precisamente pasar un rato feliz, sino, todo lo contrario, tratar de ahogar una pena que lo atormenta, la gran pregunta es, si es una pena amorosa, que sin lugar a dudas es lo más probable, y sólo Dios sabe si fue que le adornaron la frente o el en medio del intento de buscar un segundo aire fracaso rotundamente y por ende las cosas no terminaron de la mejor manera, otra razón podría ser que tuvo algún problema familiar o simplemente no fue el mejor día ,en fin , un sin número de circunstancias pudieron haber pasado, las cuales se nos presentan a diario en una vida que se ve enmarcada en muchas ocasiones por la cotidianidad, la monotonía o el estrés que nos ocasionan las trabas que se nos atraviesan en el camino y a las que a menudo nos vemos forzados a enfrentar queramos o no, por muy bueno o malo que sea el panorama. 

En fin, dejando a un lado este sujeto y el ambiente que me rodea me vuelvo a concentrar en la charla que llevaba acabo con mi encantadora compañía, esta bella mujer que con anterioridad mencioné y que, sin duda, cada vez que la miro me doy golpes de pecho y pienso que si las cosas se hubieran dado de diferente manera sin duda ella habría sido una excelente candidata para intentar algo más que una amistad. Pero bueno, no estaba allí para pensar en lo que pudo ser y no fue y definitivamente, nunca será ya que es mejor que prime una amistad duradera y no una aventura coloquial. En medio de la plática ella hace una excelente acotación acerca del sitio, como buena amante del arte había observado que el sitio estaba rodeado de pinturas y obras artísticas con una decoración muy particular para un sitio en el cual se supone uno va es a festejar o simplemente separarse de los problemas por una sola noche, mas no precisamente ir a admirar de la iluminación, el sombreado y profundidad de una obra de arte, pero me di cuenta que si funcionaba su estrategia de decoración ya que mi amiga lo disfrutaba y sentía una sensación especial en ese sitio, observando un poco la cantidad de obras que engalanaban el lugar, me percato de que la decoración no culminaba allí con estos elementos, en el techo del sitio se encontraban varios espejos, unos quebrados otros no, pero sin duda organizados esquemáticamente para causar buena sensación al ojo que se percate de que ellos están allí acicalando el techo del sitio.

De esta manera mi compañera de velada y yo nos dimos cuenta de definitivamente este sitio tenía personalidad y un distintivo muy particular en el cual se trataba de empalmar la música con el arte, claro está de una manera más literal, partiendo del pensar de que la música es definitivamente arte, cabe resaltar que sólo algunos tipos de composiciones, no todos. Música la podemos encontrar en cualquier bar de la ciudad pero lo que sí no podríamos hallar es ese enlace particular que se hace en este lugar de música, obras de arte y licor.

En esta velada nuestro tercer gran amigo, el coctel, desaparece sorbo tras sorbo, palabra tras palabra, minuto tras minuto, claudica, ya que la noche le tenía predestinado este fin, la charla igualmente declina ante el paso del tiempo, mi amiga y yo partimos en busca de un sitio diferente en cual la noche continúe o simplemente finalice partiendo nuestros destinos por caminos diferentes, pagamos la cuenta y nos marchamos del sitio, ese sitio que sin duda con su toque distintivo nos sirvió de guarida para que las palabras salieran a flote acompañadas de buena música, un buen coctel y una apreciación artística con la cual no nos esperábamos topar.

Elaborado por: Sebastián Cortes Berrio

1 comentario:

  1. debe darle espacios y tiempo a la historia, imprímela y hablamos en clase

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