sábado, 25 de febrero de 2012

La Oficina - Luz Ma Escobar.


Así la llamamos mis amigas y yo, y a diferencia de una oficina de verdad, podríamos quedarnos viviendo allá.

Sus puertas de vidrio se abren y sale un olor natural, a selva, a cilantro salvaje. No a muchos les gusta, pero a mí no me choca. Eso me anima más a entrar, a querer saber este fin de semana que me traerá la noche. Hacemos la rutina de siempre. Saludamos a la que revisa los bolsos y pide la cédula. Nunca le he preguntado el nombre pero tiene cara de Claudia, es alta, troza, con la piel quemada por el sol, pero no está bronceada. Nos deja pasar con una sonrisa algo picara. Eso no me gusta. Subimos los cinco escalones que llevan a la entrada. Afuera del bar hay una especie del balcón con muebles y pufs. Allí se sientan los que no quieren sentirse aturdidos ni mareados a lo pajarito.

Jimmy, el otro "guardia" nos abre la puerta y sale el humo que algunos no saben si es de la máquina o de otra cosa. Entramos, llegamos a nuestro mueble rojo que queda al frente de mi graffiti favorito que está al lado del baño de los hombres; la cara de un man haciendo mala cara, (parece gruñendo como un perro)  y con un tarro de aerosol en la mano. Ocupa la pared completa. Me fascina. El resto de paredes tiene la textura de un callejón en Brooklyn, que también está lleno de grafittis. 

Esta oscuro, las luces y los lasers apenas develan la cara de los que estamos ahi. Por fin veo al mesero. Pido un Mongolian, me lo tomo en tres sorbos, y siento un frio terrible que me congela el cerebro. Espero a que haga efecto. La noche avanza y mi cuerpo pide movimiento. Acepto bailar con el primer tipo que me saca a la pista. No lo detallo mucho, no le veo la cara porque estoy de espaldas hacia él. No he bailado lo suficiente. No siento el coctel, no siento nada. Sigo bailando, el mesero pasa y le pido un Margarita. El DJ hace un mix de canciones y a mitad de la primera comienza una que me gusta cantar a todo pulmón. Mis amigas me llaman, pero me hablan al oido: "No te vayas", me dijo. Yo volteo y los ojos me brillan. Se presentó: "Jonathan, y vos?". Le respondo casi gritado por el alto volumen de la música: "LUZ MAAA".

Ahora estamos de frente, y no puedo dejar de mirarlo. Está achantado, y me sonríe con pena. Ojalá no dejara de hacerlo, su dentadura es perfecta... Me distraje por un momento, mirando las luces azul neón que salen debajo de la barra del fondo... Ni siquiera estoy cantando... eso es raro en mí.

 -"¿Qué haces?"
- Ah?, em, estudio.
- Que?
Pienso mentalmente ¿Porque los hombres no cambian de discurso? 
- Comunicación... en la Medellín. - respondo dos preguntas en una, son muy predecibles. Me mira con cara de asombro.
- En serio??? Yo también estudie en la Medellín, comunicación. Y vos, tenes cara de Corporativa. 
Al principio no le creí, pero cuando me dijo eso le pregunte: 
-Y vos que comunicación estudiaste?
- Corporativa también. Salí en el 2008.

No me la creía que un tipo como él, haya estudiado lo mismo que yo. "Ojala no sea gay"-, pensé. Teníamos tanto en común. La canción se acaba y todas mis amigas me miran con esa cara que todos conocen, que dice como: ¡Contalo todo! Me rio y me termino el Margarita. Las siguientes tres horas las paso con Lu, Cami, Caro y Cris. Terminamos disfónicas y con los pies palpitantes de tanto bailar.

El mesero llega con una botella de tequila que no habíamos pedido. Y antes de que le reclamáramos nos dice que los que están debajo de las pantallas led, esperan que la recibamos. Sin dudarlo, Caro la coge  y los invita a la mesa de nosotras. Jonathan es el último que llega. Todos se quedan mirandonos para saber que va pasar, pero lo ignoro por completo. No quiero que se haga el importante. Pero efectivamente mi plan no funciona y se viene hacia mi, con esa sonrisa de nuevo. Es irresistible, y como mi fuerza de voluntad es minima, nos la pasamos el resto de la noche juntos. Mientras mas bailabamos, más nos gustaba estar juntos. Tengo un karma, siento que me miran pero con tan poca luz no distingo caras a mi alrededor... Nos besamos, el resto desaparece....

...Me suena el celular, es mi novio, y me dice que mucho juicio. Que no vaya a hacer nada imprudente. Me cuelga el teléfono. Siento que me miran, giro hacia la derecha, y al lado de la cabina del DJ, está Alejandro, su mejor amigo, con el celular en la mano.

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