Quede de encontrarme a las
8:30 pm en el lugar escogido por mis amigas y yo esa noche, hace meses no nos
vemos y nos pusimos la cita en uno de los lugares que a mi parecer es de los
más pink en Medellín, la decoración parece una casa de muñecas y las visitantes
le hacen juego a esta, ya que son niñas
muy femeninas, perfectamente maquilladas y lo digo porque en sus caras no se
les nota ninguna cicatriz de la niñez o del acné de la adolescencia.
Llego al lugar y ya algunas
de mis amigas habían llegado, con la vista las ubico pero también con el sonido
que hace años no escuchaba, ya que algunas de ellas tienen la voz un poco
chillona igual que la mía, al verlas me da gran emoción y siento como si ya no fuéramos
las niñas que alguna vez lo fuimos, ya todas estamos en la universidad y
algunas acaban de llegar de diferentes países en los cuales se encontraban
estudiando, pedimos los cocteles correspondientes a cada gusto, yo me siento en
el sillón escogido por ellas, nos comenzamos a des atrasar de chismes mientras
llegan las que faltan, de repente ya no las estoy escuchando, estoy mirando el
lugar y observando a todos los están en él, y me siento como en una de esas
películas de robot's en las cuales son máquinas programadas para hacer algún
tipo de función, así me siento como en una película en la cual todos actuamos
de manera parecida, pedimos tragos no los tomamos hablamos de cosas banales
pero que al fin y al cabo es para salir de la rutina de la cual vivimos siempre.
Al rato escucho una voz lejana que me grita y mi mente se vuelve a concentrar
en mis amigas, una de ellas nos prepara
para darnos una noticia de la cual ya yo me esperaba ya que la vi un poco pasada de kilos y ya la barriga
estaba saliendo, nos dijo lo esperado que estaba en embarazo. Yo no me quede
sorprendida, porque era de esas niñas las cuales no les importaba nada y que
iban por la vida sin ningún tipo de meta u objetivo porque nunca en su vida le
dio un “golpe a la tierra”, por supuesto
todas nos alegramos pero también hubo preocupación ya que estaba muy joven para
asumir esa responsabilidad, pero nadie nos percatamos en decirle que estábamos
angustiadas solo la felicitamos. Ella al rato se fue y como era de esperarse
algunas empezaron a comentar del embarazo y más que parecer amigas parecían
enemigas despotricando de ella, no hice comentario y de nuevo me disperse ya
que no importaba lo que estaban diciendo. Volví a mi película y seguía en la
misma escena, personas tomando y pidiendo tragos cuales robots programados, no
había ninguna mesa al lado, ya que estábamos en la parte alta del lugar, miro
hacia abajo y los gestos de las personas son tan diferentes y despiertan tantos
significados que es difícil predecir que están hablando, de lo que si me doy
cuenta es que cuando entra alguien al lugar muchas de las personas que están en
el sitio los miran y al mismo tiempo comienza a recorrerlos con la miraba de la
cabeza a los pies, esa rutina pasa cada que alguien entra , es como si
saliéramos no solo a charlar con nuestros amigos, si no a reparar a cada
persona que entra al lugar, mis amigas por supuesto no se quedan atrás con la
dinámica y algunas veces en noche hacen los mismo.
Me vuelvo a concentrar en mi
amigas y me perdí de algunas de las historias que ellas contaban, pero no me
importo mucho, ya que estoy segura que no tenían gran trascendencia, comienzo a
pedir más tragos, me integro a la conversación y empezamos hablar de las
anécdotas de aquellos tiempos en los cuales éramos todas unas cómplices, no
como ahora que ya no tenemos ese espíritu de amistad, si no de deslealtad, ya
no somos las compinches que alguna vez lo fuimos, al juzgar cada paso malo o
bueno que da alguna de nosotras. Es triste pero a veces cuando crecemos eso
pasa nos volvemos o simplemente la vida nos vuelve personas de las cuales nunca
pensamos que llegaríamos hacer.
NATALIA ECHEVERRI VILLA
NATALIA ECHEVERRI VILLA
buena historia
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