Pero había un hombre que se hallaba solo en una de
las mesas del largo y saturado bar, que más se podía esperar si habían varias
personas esperando turno para poder ingresar y solo los de buenas que llegaron
a tiempo lograron entrar para disfrutar de aquella noche. Aquél hombre, que
llevaba su corbata desanudada y una camisa gris con pantalones negros,
sorprendentemente no miraba a nadie y estaba perdido en sus pensamientos y en
la copa de Martini que tenía en sus manos.
Después de un largo rato de espera, la mesera se
acercó para decirle que por fin había una mesa vacía en toda la terraza del
bar, en donde la ciudad se veía espléndida con una luna llena que bañaba la
noche. El hombre se sentó en la mesa asignada y pidió otra copa más y se dedicó
a disfrutar de la vista que tenía y esperar a que el tiempo pasara.
Aproximadamente tres copas después, recibió una
llamada que se veía era la esperada por él desde su llegada, su cara y estado
de ánimo cambiaron de inmediato, hizo señas a la mesera para que se acercara y
le ordenó esta vez una botella de vino tinto con dos copas, arregló un poco su
corbata, se enderezó y por primera vez se decidió por ver el lugar y las personas
por las que estaba rodeado.
Miró cada detalle del lugar, las paredes distintas
a otros sitios estaban hechas con grama y el verde era el color mas resaltante
de allí, las mesas todas puestas de forma estratégica para que la vista panorámica
no se viera opacada y fuera el principal centro de atracción, el techo de
madera con formas asimétricas, toda la mueblería de un color blanco que
combinaba perfectamente con la madera, las luces en tonos verdosos y azules le
daban vida al ambiente y al fondo el sonido y la belleza de una ciudad que se
preparaba para una típica noche de viernes.
Y él estaba
allí, rodeado de una cantidad de personas que le importaban un comino, solo se
concentró en aquel hombre que ingreso pocos minutos después y que hizo que su estado
de ánimo mejorara considerablemente, se saludaron de forma cordial pero distante,
pero se podía ver la alegría de verse el uno con el otro. El hombre entrante
usaba una camisa blanca y chaqueta beige, más informal que su amigo, lucía
avergonzado por haber hecho esperar a su compañero y hacía señas que parecían
gestos de disculpa.
Su compañero al principio se mostraba reacio pero
definitivamente se encontraba con un mejor humor al que había llegado, los dos
se comportaron amablemente entre sí, riendo y hablando por bastante tiempo,
ahora definitivamente estaban concentrados uno en el otro en aquella esquina
del bar en donde todos estaban demasiado entretenidos y ocupados como para
fijarse en ellos dos. Luego de terminar su botella de vino, cogieron sus
chaquetas y partieron a lo que parece iba a ser una noche estupenda para ambos.
Realizado por:
Daniela Domínguez Bustamante
Ya te había corregido en clase
ResponderEliminarjajaj I LIKE !!! GAY???
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