lunes, 20 de febrero de 2012


 Paloma Valencia L.


Eran las 5 de la tarde de un viernes caluroso, salía del trabajo, tenia una cita con Rodrigo a las 6 en nuestro café, el café donde había empezado todo, y donde hoy sin duda alguna se terminaría. Decidí ir caminando para  aprovechar el día de verano, respirar profundo y pensar en lo que le iba a decir a Rodrigo cuando nos encontráramos; ya podía yo imaginar nuestro encuentro, el llegaría 15 o 20 minutos tarde como acostumbra y tendría una perfecta excusa, yo ya estaría tomándome un café. ¿Pero que café pediría? No sé que se me antoja hoy, usualmente pido un café opera, pero hoy no es un día usual en el que nos sentaremos a tomar  nuestro café, hoy tengo que variar, no puedo pedir un café que evoque tantos recuerdos, cuando lo que intento es dejar todo atrás , como dicen por ahí pasar la pagina. Pero ¿que otro café puedo pedir? Odio el tinto, y un cappuccino es muy caliente para esta tarde, solo me gusta el café opera. Y si solo me gusta el café opera, ¿porque me tengo q deshacer de el? Las aromáticas son insípidas, y calientes, no quiero una bebida caliente, lo que  quiero es pedir un café opera, descafeinado de recuerdos.
Seguí caminando hasta que llegue a la esquina del café, me encanta la carpa vino tinto que tiene a la entrada, me parece que le da un aire parisense (aunque nunca he estado en parís, lo digo  por lo que ve uno en las películas), entré, busque la mesa de la esquina , cerca a las plantas  que decoran el lugar, sonaba un jazz y pensé en rodri, que digo¿ rodri? RODRIGO, es su música favorita, pero ya hasta el jazz me lo arruino, ya no puedo tomar café opera ni escuchar jazz sin acordarme de él. Es imposible evitar que todos esos horribles recuerdos se vengan a mi mente, mientras corría la silla de madera para sentarme pensé en  estela. No sabría como describirla, no tengo un juicio objetivo,  la veo horrible, espantosa, pero claro, Rodrigo no pudo resistirse a esa horrible  mujer, y Rodrigo no tiene mal gusto ya que estuvo conmigo, entonces es posible que estela no sea tan fea después de todo.
El mesero me trajo la carta, y la mire una y otra vez no sabia que pedir, me dedique a reparar el lugar, nunca lo había detallado, era muy rustico pero acogedor, la mayoría de las mesas estaban ocupadas por ejecutivos, en la barra estaban sentados unos cuantos hombres, parecían poetas o músicos, tenían ese estilo de intelectuales desaliñados, (qué no considero en lo mas mínimo atractivo). Cuando conocí a Rodrigo esa fue una de las cosas que mas me gustaba, como se vestía, y ahora dos años después no me  sirvió de nada  conseguir un tipo con buen sentido de la moda , al final termino haciendo todo mal, al parecer le gustan las mujeres como estela.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por el mesero que regreso con un trago dijo que me lo había enviado  uno de los hombres que estaban en la barra. No sabia si aceptarlo, tenia miedo de probar cosas nuevas, pero si Rodrigo las había probado ¿porque yo no? Acepté el trago y mire el reloj eran las 6: 15, Rodrigo todavía no llegaba, ¿que patética excusa inventaría ahora?, ya no me importaban sus excusas, mire hacia la puerta y vi a Rodrigo entrar. Se acercó a mí, se sentó en la silla del frente y se disculpo por llegar tarde pero no dio ninguna explicación, tampoco se la pedí. Llego el mesero y Rodrigo ordeno un café opera, el mesero miro mi trago y vio que ya lo había terminado, se quedo observándome esperando que ordenara algo. Mil cosas pasaban por mi cabeza y finalmente cogí la copa vacía q estaba enfrente mio y dije – tráigame otro de estos- .
Después de 1 hora, de escuchar a Rodrigo excusándose y explicándome que había cometido un error, que estela no había significado nada para el, ya había yo tomado 4 tragos mas, me sentía un poco desconcentrada, lo único que veía era salir palabras de la boca de Rodrigo, pero ni siquiera las escuchaba, los tragos me habían llevado a pensar en aquel hombre, que seguía en la barra. Veía a Rodrigo pero en realidad no lo estaba mirando. Finalmente se calló y me dijo – que piensas al respecto?- y yo quede en blanco, después de todo lo que había pensado en decirle, lo había repasado infinidad de veces frente al espejo, ahí tenia mi oportunidad para desahogarme y de mi boca no salía una sola palabra. Mire al hombre de la barra, mire sus ojos no su ropa, luego mire a Rodrigo y le dije  -¿sabes que? Me canse del café opera, quiero probar cosas nuevas en mi vida- me pare de la mesita de madera, y no espere a que el dijera algo, camine hasta la barra y me senté con el hombre que me había enviado el trago.

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